jueves, 24 de enero de 2013

Monumento en honor a la Defensa de Madrid en Berlín

 1. 31 de octubre de 1976. Berlín. El Ejército de la República Democrática Alemana inaugura el monumento en honor a los brigadistas alemanes que combatieron en Madrid, XL aniversario de su Defensa.
 
El encontrar esta fotografía circulando por la web me recordó un curioso detalle relacionado con el tema de estudio de este blog que quisiera compartir y sugerir. Si viajamos a la capital de la antigua República Democrática Alemana, podremos visitar uno de los monumentos más impresionantes referidos a la Guerra de España. Adentrándonos en el Volkspark (Parque del pueblo) al sureste de Berlín, tras recorrer un parque, que más bien recuerda a los jardines botánicos decimonónicos, nos adentramos en su frondosidad hasta cruzar el entramado de paseos coronados con los nombres: Ho Chi Mihn, Friedrich Engels, Karl Marx, Ernesto Guevara, Vladimir Lenin, Fidel Castro...y tantos otros lideres revolucionarios. En uno de los laterales del parque, protegido por los altos árboles, y mirando hacia una amplia calle, se erige sobre una plazuela uno de los más bonitos entre los muchos memoriales dedicados a las Brigadas Internacionales que han ido elaborándose por el mundo, siempre fruto de las asociaciones de víctimas del fascismo y movimientos sociales y políticos de carácter memorista.

A diferencia de España (en dónde el estado aún tiene una deuda moral con los demócratas que lucharon, murieron ó fueron represaliados por el fascismo en defensa de la democracia a ellos se les debe mucho más que el mejor de los homenajes, aunque posiblemente el paso del tiempo y la mentalidad social actual no lo permitan) en la Alemania comunista se realizaron diferentes tipos de reconocimiento y homenajes a los defensores de la II República Española. Este en concreto fue erigido en honor de los interbrigaden alemanes, que desempeñaron un papel militar capital en las batallas incluidas en las operaciones sobre Madrid. Javier Martínez Calvo tiene grandes artículos al respecto (Frente de Batalla-Thaelmann) que convinan la utilizaión de fuentes primarias y secundarias, dando lugar a uno de los relatos más emocionantes sobre la ''Batalla de la Niebla'', de la cual hablaremos largo y tendido a su debido tiempo.
Apenas unos 5 metros junto a la colosal y gloriosa escultura del brigadista en armas, algo pasa más desapercibido. Casi descontextualizado, se encuentra un panel de hierro bronceado que Fritz Cremer (el mismo escultor que la estatua y también autor del memorial de Auschwitz y otros tantos memoriales antifascistas) moldeó entorno a 1974. Conforme nos acercamos a él, vemos como la masa confusa por el combate se torna en un inmenso campo de batalla con todos sus detalles. Sobre él se retrata la batalla de Madrid, de una forma épica: el corazón de España se ha tornado en la fortaleza inexpugnable que brigadistas y republicanos han edificado con su lucha para expulsar a las huestes de Franco. Que desde las afueras stian Madrid. 

.El batallón Thaelmann estuvo destinado en primera línea del frente, desde su inmediata formación y llegada. Se convirtió en una unidad de choque de élite, hasta que quedó resiamente diezmada en Las Rozas.Entr el otoño-invierno de 1936 muchos voluntarios alemanes combatieron en los campos de batalla de Madrid, y muchos de ellos jamás los pudieron abandonar.


 2.Mural que representa la defensa encarnizada por Madrid. (Pronto subiré las fotografías que hice al monumento, mientras tanto dejo esta para hacerse una idea)

 3. y4. Homenaje por varias asociaciones alemanas de recuperación de la  Memoria Histórica
          

miércoles, 23 de enero de 2013

Juicio al general Fanjul (Parte I)

1.El general de brigada Joaquín Fanjul, compadece por Rebelión  ante el Tribunal Supremo  (Fotografía AGA)

Cabizbajo, con un semblante serio, rígido como la piedra, Joaquín Fanjul miraba sus botas en el suelo. Se encontraba en el banquillo de los acusados, en la sala VI del Tribunal Supremo de la República. Recordaba la trama en la que llevaba implicado varios meses, y en esos instantes recordaba la plaza de toros de Pamplona, estaba a rebosar aquella tarde de julio. Las casi catorce mil localidades con que contaba eran ocupadas por el alegre gentío en un ambiente colorido y teñido de sepia por el sol. Los bravos toros que habían sacudido las calles esa misma mañana, eran pasados ahora a cuchillo por algunos de los diestros más reconocidos en el país que esa misma semana de Julio se dejaban caer por la capital navarra.

Desde la consecución popular de la República, el entonces general Fanjul conspiró contra la misma. Tras impulsarse las primeras medidas reformistas del ámbito militar desarrolladas por el Ministerio de la Guerra, capitalizado por Manuel Azaña en aquel entonces, dió un paso al frente para convertirse en uno de los fundadores de la Unión Militar Española (UME). Pero tras las elecciones de Febrero de 1936, al igual que muchos militares reaccionarios, sus convicciones se determinaron en impetuosidad por estrangular a la República.

Pamplona se había convertido en los meses previos al golpe de estado en el nido de la Conspiración. Allí residía el general Emilio Mola Vidal, principal cabecilla estratégico de la camarilla militar rebelde, se hacía llamar ''el director''. Era en el corazón de Navarra, dónde Mola se reunió y agasajó a los militares, oligarcas y otras personalidades clave para el desarrollo ulterior del golpe. Al igual que Queipo de Llano, Fal Conde (lider carlista que tenía situado cerca de su impuesto destino), Fernández Cordón, y tantos otros altos oficiales del Ejército, Fánjul había disfrutado con él de los Sanfermines, con la intención de ultimar los detalles miitares para la conspiración en Madrid.

Tras ver los toros, pasearon por la Plaza del Castillo, dónde refrescaron el gaznate con algun refrigerio ó licor, y posiblemente allí la conversación se pondría interesante para terminarse con más calma en casa del mismo Mola. El golpe de estado en Madrid queda encargado al general Villegas, pero es posible que el mismo ''director'' intuyera alguna de las dudas que demostraría en el momento del alzamiento militar en Madrid, y por ello designara a Fanjul la misión de subsanar esa posible indecisión y tomar el mando en nombre de Mola. En cualquier caso, el paso al frente que da Fanjul el 19 de Julio, introduciéndose en el Cuartel de la Montaña vestido de civil, ocultando su identidad, a través de alguno de los postigos, muestra el grado de concienciación y su total disposición para con la causa antidemocrática. Para muestra el documento de la Comisión de Incidencia del cuartel de la Montaña1 muestra las siguientes afirmaciones:

''Hoy es 18 de Julio. Empiezan los enlaces del cuartel con los Generales, con los cuerpos de la Guarnición y las organizaciones de Derechas diversas.''

En el mismo documento se explica las órdenes que da Fanjul: consiste en organizar a la tropa de la Montaña mediante un discurso ambiguo y confuso, contactar con el Tt.e Coronel Alvárez Rementería Jefe del Batallón de Zapadores de Campamento (del que hablábamos en el anterior capítulo que murió ese mismo día en circunstancias inexplicadas) y ordenarle la salida de una de sus columnas a caballo hacia la Montaña apra poder converger con als fuerzas de Fanjul sobre Madrid.
La responsabilidad de Fanjul era la máxima del golpe en Madrid, Villegas seguía missing.

Estaban a 17 de agosto, se cumplía un mes exacto del inicio del alzamiento en armas contra la democracia. La defensa del general corría a cargo de su hijo, José Manuel Fanjul, quién poco más tarde ocuparía el cargo de vicesecretario general del Gobierno de Burgos y durante el régimen franquista sería varias veces procurador en las cortes de la dictadura. Tras un alegato de apenas 15 páginas2 la defensa de Joaquín Fanjul insistió en el no reconocimiento de la autoridad gubernamental de Madrid. La República había capturado con vida al máximo responsable de la conspiración en Madrid, para él se exigía la pena máxima del código militar del Ejército por Rebelión y Traición: la ejecución. Pero eso será en la próxima entrega.

1Documento oficial de dicha comisión
2El alegato puedo encontrarse íntegro en la Casua General.

El alzamiento aplastado en Madrid

         1.Algunas fuerzas de artillería y guardias de asalto junto con milicianos celebran el triunfo sobre la Montaña.(AGA)

Madrid y Barcelona representaban  los dos puntos neurálgicos y dos de los objetivos más ansiados por las fuerzas facciosas. Su importancia se debía a la riqueza económica y demográfica del territorio, así como su importancia política y social. Ambas urbes fueron mantenidas con gran acierto por la República, y su pérdida pudo haber sentenciado el sino de la guerra. Por el contrario, el alzamiento triunfó en la VIII ª División Orgánica de la Coruña, en Valladolid (la VII ª D.O. al mando del general José Saliquet) y Burgos (la VI ª que cayó en poder de las fuerzas del general Mola). Las de Zaragoza y Sevilla quedarían divididas,pero sus centros principales quedarían pronto en manos de los rebeldes. El avance de las tropas traidoras a través de Andalucía y Extremedura gracias al efectivo paso del Estrecho de Gibraltar1 y la consiguiente toma de Sevilla2 por el general Gonzalo Queipo de Llano, permitió una rápida penetración y extensión militar por el interior de la Península.

  Paseando hoy por el parque del Templo de Debod en Madrid sólo podemos imaginarnos e intuir lo que fue el emplazamiento del Cuartel de la Montaña. Han subsistido al paso del tiempo las fotografías, bonitas tarjetas postales, sus planos de construcción y los testimonios que aún lo recuerdan erigido. Poco puede vislumbrarse sobre uno de los episodios más importantes acaecidos durante el conflicto en la capital. Tan sólo una escultura, un hombre que parece muerto, pero sin placa alguna que recuerde ó explique a los viandantes los hechos de nuestra más reciente historia.

2.Algunas de las armas tomadas tras el asalto al cuartel. (AGA)
                                                3.Vista aérea del Cuartel de la Montaña tras la Guerra de España.
  Sobre la cima de la colina de Príncipe Pío se construyó en 1860, durante el reinado de Isabel II, un cuartel a modo de guarnición para controlar y proteger el acceso al Palacio de Oriente. A pesar de lo muy modificado y alterado del entorno, subir a lo alto del cerro convertido en parque permite comprender la importancia estratégica de esta posición .

La noticia de la sublevación del Ejército de África en el norte de Marruecos corrió como la pólvora. Desde la misma tarde del alzamiento (día 17) la noticia se propagó por la península a través de la radio, y los diarios lo recogerían con gran interés en las portadas de sus tiradas a escala nacional y regional. Al día siguiente se conoció en Madrid la noticia sobre la sublevación militar en otros puntos de la península, así como en los archipiélagos de las islas Canarias y las Baleares.
Emilio Mola, había sido el encargado de orquestar y dirigir el alzamiento. La idea de maniobra era alcanzar la insurrección en el mayor número de ciudades posibles y convergir sobre Madrid, pues el éxito del alzamiento en la capital se preveía altamente difícil. En Madrid, el peso del alzamiento se había designado al general Villegas. Pero las dudas e incertidumbre de éste, acabaron convirtiéndose en cautelosa pasividad, lo que dió paso a que el general Fanjul tomará su protagonismo en los primeros compases del golpe de estado.
La Iª División Orgánica, la de Madrid, contaba con una guarnición cercana a los nueve mil efectivos3 en los días previos al alzamiento. Quedaba en estos momentos al cargo del general de división José Miaja Menant. Sus fuerzas se distribuían entre los cuarteles del centro y de la periferia de la capital. En la villa se encontraban los parques y cuarteles de Conde Duque, Pacífico, el de María Cristina y el de la Montaña. Entorno a la periferia se encontraban los acantonamientos de El Pardo, Vicálvaro, y los situados al sur de Madrid, es decir los de Leganés, Cuatro Vientos, Carabanchel y Getafe. Además de las fuerzas militares existían distribuidos en Madrid y sus alrededores un total cercano a los seis mil efectivos de las fuerzas de orden público.4
Uno de los problemas tácticos sobre el alzamiento en Madrid viene derivado por los famosos cerrojos de fusilería. El gobierno de Casares Quiroga, durante las primeras semanas consecutivas al golpe militar, se había mostrado reacio ante la idea de ceder y entregar armas y municiones a los partidos y sindicatos adictos al Frente Popular. Será con José Giral cuando se entreguen los primeros lotes de armamento para la formación de milicias populares. En 1934, el ministro de guerra Diego Hidalgo5 ordenó un plan para contribuir a la seguridad nacional frente a una posible rebelión ó revolución popular. El plan consistía básicamente en separar los cerrojos de sus correspondientes fusiles. Desde finales del siglo XIX la mayoría de ejércitos europeos había incorporado los fusiles de cerrojo al armamento de sus ejércitos. El ejército español adoptó el fusil Mauser como arma reglamentaria por decreto de diciembre de 1893. El mecanismo de estos fusiles quedaba inhabilitado al prescindir de su cerrojo.
Para hacernos una idea. El cerrojo, pieza llamada así como referencia a los de las puerta a los que recuerda, permitía introducir el peine que carga los cartuchos y extraer el casquillo disparado al cargar el siguiente cartucho. Pues bien, como decíamos, el fin consistía en reducir el acceso de la población o de un posible grupo rebelde a las armas largas. Para ello se custodiaban en puntos distintos. El Parque de Artillería de Madrid custodiaba en 1936 con 50.000 fusiles, pero éste sólo albergaba 5.000 cerrojos. Por el contrario, el Cuartel de la Montaña custodiaba unos 45.000 cerrojos para fusil, además de otras armas.
Su estructura rectangular seguía en pleno funcionamiento en las vísperas del golpe de estado. Los pabellones del cuartel tenían una capacidad suficiente para albergar una guarnición cercana a los tres mil efectivos. Pero en las jornadas posteriores al alzamiento, las del 19 y el 20 de julio, la tropa acantonada en el cuartel no alcanzaba los 1200 efectivos. De éstos la oficialidad constituía un grueso de unos 150 oficiales6. Esto se debe en gran parte a que durante el verano se concedían cantidad de permisos entre la tropa. El general Fanjul se introdujo días antes vestido de paisano a través de uno de los portillos que daban al pabellón de infantería.7 Desde allí debía dirigir la sublevación de la tropa, pese a no tener mando directo con éstas. A los efectivos existentes en el cuartel, se le sumaron algunas decenas de falangistas.
La idea del alzamiento en Madrid consistía en alcanzar el triunfo del alzamiento en la mayoría de cuarteles posibles en la periferia, para así convergir sobre los puntos neurálgicos de la capital y facilitar la entrada de las columnas que marchaban desde el norte peninsular. Pero tal orden no llega a darse, en lugar de salir a tomar posiciones, Fanjul decide hacerse fuerte en el cuartel y esperar los refuerzos que pudiera enviarle García de la Herrán8 desde Carabanchel para entrar en fuego junto con las tropas de Mola que avanzan sobre Madrid. Tal ayuda nunca llega. La tropa se posiciona y emplaza ametralladoras en los accesos al cuartel. En su interior los oficales redactan un bando de alzamiento, lo firma el general Fanjul. En él se autoprocalama general de la Iª División Orgánica, y exhorta a las masas trabajadoras a ''acatar'' el mando militar del Estado:

El Ejército español, dispuesto a salvar a España de la ignominia y dispuesto a que no sigan gobernando bandas de asesinos ni organizaciones internacionales, toma por plazo breve la dirección política de España con el exclusivo objeto de mantener el orden público y el respeto a la propiedad privada y a las personas.
Para la eficacia de este propósito, yo, General de División, tomo el mando de la primera División orgánica del Ejército, y ordeno y mando(...)
Para evitar un día de luto al pueblo de Madrid, espero que todos colaborarán a la obra de patriotismo que inicia el Ejército, quien no sale de sus cuarteles combatiendo a ningún régimen, sino a los hombres causantes de la situación actual que lo han deshonrado.
Exhorto a los obreros a que mantengan una actitud patriótica de acatamiento, porque este movimiento tiende, en primer término, a librarlos de la Dictadura de los hombres que los rigen y que los están hundiendo en la mayor miseria. ¡Tened presente, obreros españoles, que el Ejército, cuya masa sale de vuestras filas y por cuyas venas corre vuestra sangre, no os abandonará en la obra de la justicia que hay que realizar.
¡¡Viva España!! ¡¡Viva la República!! ¡¡Viva el Ejército!


Las fuerzas leales al gobierno forman una masa de asalto en la jornada siguiente a fin de doblegar el cuartel alzado cuya guarnición se ha atrincherado. Ésta se compone de efectivos del ejército, y fuerzas de orden público como la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Ésta quedaba comandada por los oficiales leales. La Iª División Orgánica contó con un alto índice de apoyo entre la oficialidad del Ejército y los cuerpos de orden público. Así podemos destacar el papel del general de la división, ó el general Sebastián Pozas Perea, así como Hidalgo de Cisneros que realizó importantes labores para verificar y garantizar la lealtad de los aeródromos de Madrid en los primeros días que siguen al alzamiento. La multitud se aglutina entorno a las cercanías de la calle Ferraz, la noticia del sitio del cuartel se ha extendido. A las fuerzas armadas se les unen numerosos contigentes de milicia popular que esperan el momento del asalto final al cuartel. La batería (se contaba con varias piezas artilleras del 75,del 105 y hasta alguna de gran calibre como del 155), dirigida por el teniente de artillería Orad de la Torre9 hicieron fuego sobre el cuartel. La aviación soltó sobre el cuartel propaganda en forma de pasquines incitando a la tropa a la rendición en pos de la legalidad republicana. Los pasquines rezaban ''Soldados, no obedezcáis las órdenes de vuestros oficiales, pues el gobierno de la república os ha licenciado.''10 


Tras varios amagos de rendición, los facciosos vuelven a desplegar la bandera blanca en señal de rendición. La anterior vez, al ver esta bandera la milicia se lanzó enfurecida ontra el cuartel y las ametralladoras abriern fuego. Pero esta vez los efectivos de la Guardia Civil asaltan el cuartel gracias a las brechas producidas por la artillería. Según la Comisión de Incidencias del Cuartel de la Montaña el número de las fuerzas asaltantes superaba los 48.000 y ''dejaron 3.000'' bajas. Nada más lejos de la realidad. Las tropas de Ejército y cuerpos de orden y seguridad no alcanzaban las 18.000 unidades repartidas en toda la ciudad. El combate es cruento, más de la mitad de los oficiales muere en el asalto. El resto han caído heridos ó han sido hecho prisioneros. Entre las detenciones se encuentra el máximo promotor del alzamiento de la tropa, el general Fanjul, que junto a los demás oficiales va a ser juzgado a mediados de Agosto y ejecutado por Traición, como tendremos ocasión de ver.


  Dos días después de la sublevación, en Madrid no había futuro posible para los generales alzados. Tan sólo una unidad, el Regimiento de Transmisiones del cuartel de El Pardo, logra evadirse en camiones a la zona controlada por los golpistas, dónde se unen a las fuerzas del general Mola, llevando consigo a un importante rehén, el hijo de Francisco Largo Caballero que estaba destinado en esta unidad. En definitiva, el alzamiento había fracasado en el punto de mayor importancia estratégica, política y económica del país. La capital de España supo descomponer la rebelión facciosa y mantener la legalidad constituida. El ánimo popular y de las fuerzas del estado es jovial en Madrid, pese a los muchos muertos en el asalto, se han conseguido armas con las que esperan batir pronto al enemigo de la democracia. El aplastamiento de los golpistas del Cuartel de la Montaña, y en Madrid en definitiva, fue el primer garante para la supervivencia de la joven República.


1Ver: La ayuda de Mussolini a Franco en la Guerra Civil Española,de José Miguel Campo Rizo ; El porqué del 18 de Julio y después,de Julio Aróstegui; La Alemania nazi y el 18 de Julio,de Ángel Viñas.
2Sevilla y su guarnición militar se convirtió en la base de partida y organización para las columnas encargadas del avance desde el sur hacia la capital de España.
3Existe cierta disparidad entorno a la cifra de fuerzas distribuidas en los cuarteles de Madrid. Aróstegui (2006) ofrece la cifra de 8000 hombres. He decidido emplear la cifra que arroja M. García Venero (1972) Aunque es posible que la ofrecida por Aróstegui no ande desencaminada, pues en pleno verano se concedían multitud de permisos. Esta se basa en las listas realizadas durante la revista de tropas a fecha 1 de julio del mismo año, supone un total de 9.125 efectivos distribuidos de tal manera:

Infantería: 3.403 hombres, 72 piezas de campaña.
Artillería: 1.847 hombres, 1.427 caballos
Caballería: 228 hombres, 307 caballos
Ingenieros: 3.167 hombres
Intendencia: 437 hombres
Sanidad: 360 hombres
E.M. Brigada Obrera: 124 hombres

TOTALES: 9.515 hombres
1.734 caballos
72 piezas de campaña
4De estas fuerzas, la Guardia Civil tenía destinados en Madrid un total de 2.735 agentes por aquel entonces. A tal cifra había de unirse los efectivos de los cuerpos de Guardia de Asalto y del de Carabineros.
5Seguramente, el lector recuerde mejor de él su papel como encargado de organizar el aplastamiento de la revolución de Asturias de 1934,siendo ministro de guerra durante el gobierno radical-cedista. Para ello contaba con la ayuda de un joven general a modo de asesor personal: Francisco Franco.
6Cardona,Gabriel
7Según Aróstegui (2006) Fánjul se habría introducido en el cuartel el día 19 y se habría pronunciado en nombre del general Villegas.
8El general de Brigada, procedente del cuerpo de Ingenieros, Miguel García de la Herrán era el encargado de desarrollar el alzamiento en los cuarteles de Carabanchel. Pese a un primer amago de sublevación, la tropa finalmente no se úne al alzamiento. García de la Herrán resultó muerto en extrañas circunstancias en un tiroteo en la jornada del 20,que todavía hoy no han conseguido aclararse.
9Urbano Orad de la Torre se incorporó a la UMRA desde los primeros momentos posteriroes a su fundación.
10Testimonio de Bibiano Morcillo, oficial de artillería del Ejército Popular.

martes, 22 de enero de 2013

El gobierno se refugia en Valencia

 Primeros bombardeos de la artillería facciosa, un enemigo que ya está demasiado próximo.

El equipo gubernamental huía hacia Valencia. Un largo convoy de coches, había salido en el atardecer del 6 de noviembre hacia la ciudad levantina desde Madrid. Entre el grueso de personas que marchaban en los coches, destacaba el aparato gubernamental, encabezado por Francisco Largo Caballero, presidente del mismo y a su vez, ministro de la guerra, que abandonaba la capital junto con un amplío grupo formado por los ministros, dirigentes sindicales, algunos representantes de las fuerzas políticas integradas en el Frente Popular y un elevado número de funcionarios.

El impetuoso avance que han desarrollado las fuerzas facciosas durante los primeros compases del otoño ha permitido a la vanguardia de sus ejércitos alcanzar las estribaciones de la capital, y su defensa se prevé, cuanto menos, ardua y dificultosa para la República. Si la capital era tomada por la Rebelión podría provocarse un vuelco severo en el equilibrio general de fuerzas entre el estado español y las fuerzas golpistas.

Madrid, salvo a lo largo de episodios concretos, había acogido historicamente la capital de los reinos, del imperio, y del estado español desde 1562. En su villa se establecieron y desarrollaron las instituciones de gobierno, esenciales para el ejercicio orgánico. Madrid goza de una posición central para con todo el territorio de España, especialmente comunicada y ensamblada como corazón del estado. La República mantuvo sita la capital del naciente y floreciente estado progresista en Madrid, establecida legalmente por el artículo V de la joven Constitución de la II República Española.

Durante la semana anterior habían ido llegando al Ministerio de la Guerra numerosos y alarmantes informes sobre la situación en los frentes limítrofes a Madrid, en los que se comunicaba la deficiente situación de la defensa, se había cedido mucho terreno ante el avance de los insurrectos que se batían con paso firme y con excesivo optimismo hacia Madrid. Tras la toma de Toledo, el potencial del ejército faccioso se dirigía a la capital.

Este temor y desconfianza provocó la huida despavorida de los dirigentes políticos hacia Valencia, que pasaría a ser nueva capital administrativa del gobierno republicano. Pese a ello, Madrid no dejaría de ser ''el corazón de España'', la lucha por el control de la capital atraería durante no pocos meses la obsesión de ambos ejércitos. La toma y control de Madrid en un caso, y su defensa a ultranza en otro sería el objetivo principal de ambos ejércitos, pues su consecución contraería una importancia vital y un signo ulterior en el curso de la guerra. La ciudad quedaba desamparada por sus dirigentes, en ella quedaban los designados para su defensa y el pueblo madrileño, pero sobre todo la confianza entre las masas y unidades militares. Pero fue al desprenderse de estos elementos pesimistas y derrotistas cuando estalló una moral total por la defensa del terreno entre las fuerzas del frente y entre la población civil, como tendremos ocasión de ver. Una moral de esperanza muy bien explotada y enfocada por las secretarías de agitación y propaganda de partidos, sindicatos y la misma Junta de Defensa de Madrid.

Las fuerzas de vanguardia del ejército rebelde, compuestas por aguerridas columnas de legionarios y regulares indígenas en su mayoría, habían logrado un avance arrollador durante las ofensivas acometidas a lo largo de todo el verano. Pero el Estado Mayor de la defensa, nos cuenta el entonces teniente coronel Vicente Rojo1, no tenía conocimiento aproximado de la cifra de hombres con que contaba el ejército asaltante. Tras los combates en Illescas, al norte de Toledo, el enemigo había demostrado el refuerzo en armamento, especialmente mediante el empleo de carros de combate, aviación y potente artillería. Sus fuerzas profesionales contaban con mandos curtidos, la mayoría aguerridos en las campañas del norte de África2. Tras la toma de Badajoz por la rebelión, el 14 de agosto, el ejército expedicionario y el Ejército del Norte enlazaban sus fuerzas en los territorios extremeños, desde los cuales confluirían hacia Madrid, por un lado siguiendo el surco de Tajo y desde la Sierra el Ejército del Norte bajo el mando del general Mola. Las fuerzas que avanzaban desde el sur ocuparon con relativa facilidad las poblaciones de Brunete y Pinto en las jornadas del 1 y el 2 de noviembre.. El posterior avance desde estas posiciones permitió la toma de Vilaviciosa de Odón y Móstoles en la jornada del día siguiente. El sector sur de la capital todavía se vería más ampliado para los atacantes con la ocupación de posiciones entorno al Cerro de los Ángeles,Villaverde,Campamento de Ingenieros y Carabanchel. Con la toma de estos territorios los atacantes contaban con una base estable y de gran amplitud en el sector sur para iniciar el asalto a la capital. Estas posiciones enlazaban con los suburbios de la capital, en especial atención a los puentes que iban desde el de Segovia hasta el de la Princesa. Además con este avance había consolidado una buena base para desarrollar su actividad aérea,así como una base de partida para las columnas en su avance hacia la primera línea del frente. 


El gobierno apenas había dado órdenes para la defensa del terreno. En las semanas previas al inicio de noviembre no se desarrollaron las medidas de fortificación y acondicionamiento del terreno para una defensa propicia y efectiva. El presidente del gobierno y ministro de la guerra no supo sintonizar sus medidas militares con la situación de peligro que se cernía cada vez más sobre Madrid. Se fortificaron algunos puntos de capital importancia,en especial los accesos y entorno a las carreteras que arribaban a la capital en sus sectores sur y oeste. También desde los primeros combates en la Sierra tras el golpe de estado se habían fortificado algunas posiciones serranas y estas habían cumplido en su mayoría logrando fijar y contener al enemigo, el Ejército del Norte que había quedado fijado en las trincheras y posiciones que quedaban en las serranías bajo su control. Cabe destacar entre estas primeras medidas de defensa y fortificación para Madrid el plan desarrollado por el Ministerio de la Guerra en las primeras semanas posteriores al golpe.

Este se denominó como Plan General de Fortificaciones entorno a los accesos a Madrid. Aunque en la bibliografía más reciente también se le ha atribuido el nombre de su ministro, Carlos Masquelet Lacaci. Fue decisión del general Sebastián Pozas, quién se confió su confección a quien fuera ministro de la guerra, el general de ingenieros Masquelet. La trascendencia de dicho sistema defensivo radicaba en la disposición de cuatro anillos de fortificaciones escalonados desde el sur hacia las estribaciones inmediatas de Madrid, aunque de este plan hablaremos posteriormente para abordar algunas cuestiones militares entorno a la lucha en Pozuelo. La naciente Junta de Defensa debía hacer frente al estado caótico en el que se veía sumida la capital. El Estado Mayor debía agrupar, conocer las fuerzas de las que se disponía en aquél preciso instante para combatir al enemigo. A penas se tenían informaciones fiables sobre fuerzas y contingentes embebidos en los diferentes sectores, no se conocía la cifra aproximada de los mismos como tampoco la disposición y organización de estas en el frente. Existían también problemas con el municionamiento relacionados con la escasez del mismo y dificultades de suministro a algunos puntos del frente. La situación era cuanto menos preocupante. En cambio, se tenía información reciente sobre el enemigo que presionaba duramente en las zonas limítrofes a la capital, con especial virulencia en el Oeste y desde el Sur. Se debía organizar un rápido y eficaz sistema defensivo que supiera atender la única misión pertinente en estos momentos: no ceder ni un palmo más de terreno.

Fuera como fuese, la defensa aprovechó esta información, pese a que como hemos dicho pudiera tratarse de un señuelo a fin de distraer un importante número de las fuerzas defensoras, el Estado Mayor tomó la iniciativa. En la noche del 6 de noviembre se dispusieron numerosas brigadas de fortificación que debían atender la rápida necesidad de realizar obras defensivas en los puntos neurálgicos relativos a la orden de operaciones enemiga.,estas obras de fortificación serían completadas por expertos ingenieros militares en los días siguientes al 6.3



1Rojo Lluch, Vicente (2010)
2Las campañas desempeñadas por el ejército español en el norte de África desde principios del siglo XX constituyeron una importante cantera de oficiales experimentados y soldados más que bien fogueados. A los oficiales de más alto rango, en la bibliografía se les ha nombrado constantemente como los ''africanistas''. La mayoría de sus más altos oficiales secundaron ó conspiraron en la organización del golpe de estado del 18 de julio. Así encontramos entre algunos de los más destacados estos militares que desarrollaron su experiencia militar en África: Francisco Franco, Queipo de Llano, Juan Yagüe, Emilio Mola...
3Colodny, Robert(1970) pg 95